22.8.07

Maldito Jorge Sánchez


El Camino del Viajero!
Ay de aquellos que han osado emprender
el Camino del Viajero!
Porque ello no les dejará ni un momento de
quietud y les substraerá de los demás intereses
de este mundo; se afanarán únicamente por
intentar satisfacer en vano su insaciable pasión
por los viajes y nunca considerarán haber
viajado lo suficiente.
A esas almas vagabundas sólo les aguarda
desasosiego e infinita ansiedad por aprender
sin cesar sobre todos los rincones de la Tierra,
sobre la naturaleza de los seres que la pueblan,
y sobre el significado de su propia existencia.

Jorge Sánchez

15.8.07

desde abajo


Desnuda en la tienda


No era coqueta
Era fuerte.

June Jordan









Necesito ropa, dijiste. Una blusa
alegre, de color subido. Y fuimos
a la tienda. La chica que nos llevó
a los vestidores se llamaba Tula.
Te queda rico, dijo, te queda de novela.
Nos metimos las dos en esa caja,
entrábamos apenas.

Como no había asientos ni percheros
te ofrecí mis brazos.

Te sacaste el vestido, la campera,
te sacaste la blusa, las hombreras,
te sacaste el turbante, la remera,
te sacaste el corpiño, la bolsita de mijo,
te miraste al espejo y me miraste
y yo vi tu pecho crudo, las costillas
al aire, y después tu corazón
como una piedra, fuerte y fatal
como una piedra.

Maria Teresa Andruetto

7.8.07

Sólo pido una explicación

Fenómeno curioso si lo hay, del mismo tenor del titular de tapa del diario del domingo "Robaban ganado usando perros mudos", chan! Ibamos caminando para el auto, un frío... el sol bajaba rapidismo, de pronto ráfagas de pájaros oscurecían el cielo. Atravezamos la plaza y lo vimos, mirá! son pájaros! no, son hojas, le respondí; te digo que son pájaros. Sólo ese árbol, todos ahí, cosa'émandinga!





respirar o no respirar esa es la cuestión

"La vida no es medida por el número de respiraciones que tomamos, sino por los momentos que nos hacen contener la respiración."

Piquete espiritual a la mudanza

¿Existen muchas cosas que sean más desgastantes que una mudanza? "el lunes hay que entregar la casa", así que ya largás con la presión del tiempo. Si a eso le sumás que hiciste la conexion de luz, pero que la brigada de conexión está de paro por tiempo indefinido, que hay que esperar en la casa nueva a los del gas, que vienen justo en el momento que saliste al kiosco y que te clavaron una semana de 8 a 6 y vas a tener que esperar otra semana más, que hay que ir a dar de baja a los servicios, el tiempo definitivamente no sobra.

Lo mejor en estos casos es siempre buscar manos dispuestas y empacar todo junto en el menor tiempo posible. Si no se parte de esta premisa se corre el riesgo de necesitar el colador que se guardó en alguna caja, vaya a saber uno cual de todas...

Lo peor de todo es cuando llevas todo el día envolviendo, guardando, tratando de organizar y te das cuenta de que te faltan siglos y que todavía no saliste del living. En esos momentos te flaquea el espíritu y querés tirar todo al corno, lamentablemente no podés y vencido seguís envolviendo, guardando, tratando de organizar.

Metido en la nube de polvo que sale vaya uno a saber de donde (si sabes pero no podés creer que se junte tanta), te empieza a picar la cabeza, te la rascás; sacás un cuadro, te pica la espalda, el dedo gordo del pie, la parte de atrás del brazo, le soplas la tierra al lomo de un libro, estornudás, la requeterremilrecontra!!!! lo ponés en la caja, intentás levantarla... imposible, la arrastrás por el piso como autito chocador, esquivando bultos, personas, muebles y la dejás con el resto. ¿Hace falta realmente guardar todos los libros que uno lee, como un fetiche de culto que te protege de que te crean burro? me pregunto por qué los guardo, "realmente me encanta tenerlos", me respondo; a algunos más que a otros... aunque quizás nunca más vuelva a abrirlos.

"La casa queda acá nomás, podemos llevar algunas cosas caminando", se escucha. Bueno llevemos la mesa, yo llevo la estructura, vos llevá la tapa. No pesa tanto, me la banco, andá adelante, pará no vayas tan rápido, guarda el árbol! dale nomás... uhhh pará pará que se me cae! ya no siento los brazos! ...Y sí! no es que uno trabaja hombreando bolsas en el mercado y tiene estado; tres horas de cargar cosas, guardar cosas, tirar cosas (que es lo que da más palcer) y te duelen músculos que ni sabías que tenías.

La mudanza es el momento perfecto para desacerse de todo eso que venís esquivando tirar por fiaca o por ese maldito valor afectivo que uno le agarra a las cosas, esa remera que da lástima, la cortina de baño, el secacubiertos; y son bolsas y bolsas de consorcio que se aglomeran en la puerta, bien amontonadas para que parezcan menos.

De pronto la casa queda vacía, o casi, están los clavos donde antes habían cuadros, los huecos donde antes estaban los taco- fishers, la marca oscura en la pared donde se apoyaban los muebles, la luz sin tamiz de los focos pelados, la sensación de vacío y de eco que te invade. Respirás hondo y te despedis, de la casa, de los momentos, de la vista del pedazo de cielo que tenías desde el patio.

Ahora hay que aprender otra vez el truco de la llave de la puerta de calle, del calor del horno que nunca es parejo; el tiempo que tarda en hervir la pava. Tenés que aprender a regular exactamente el agua caliente de la ducha antes de quemarte vivo, a econtrar las llaves de luz en la oscuridad sin tragarte todo. Esto, lo leí en un mail, es super saludable para el cerebro, gimnasia para el cerebro se llama, asi que mudaos! que hace bien!

Nos juntamos... a qué? a charlar