6.2.07

Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre


ROMA.- La inmadurez suele ser uno de los principales motivos de nulidad matrimonial. Pero no es el único. Los tribunales eclesiásticos admitieron recientemente casos insólitos, como el de una esposa fumadora empedernida, un marido muy dependiente de la madre y un cónyuge obsesivamente celoso o que optó por dar el sí en la iglesia porque así le regalaban un viaje.

Entre los casos está el de un matrimonio que quedó disuelto porque el marido era demasiado mammone , es decir, tenía una dependencia de la madre tan fuerte que le impedía autonomía, autodeterminación y capacidad de tomar decisiones solo.

Otro, en cambio, terminó anulado, al menos en primera instancia, porque ella, que fumaba como un escuerzo y antes de casarse le había prometido a él, defensor de la vida sana, que iba a dejar su vicio, tras las nupcias no sólo no dejó de fumar, sino que pasó de un paquete y medio de cigarrillos por día a dos .

También fue motivo de disolución del vínculo el hecho de que una esposa, que de novia era muy seductora y estaba siempre arreglada, después de tener a su primer bebe cambió abruptamente. De los zapatos con taco aguja pasó a deambular en bata y despeinada por la casa, a tener argumentos de conversación poco interesantes y noches poco lujuriosas. "Es como si me hubiera casado con una extraña", adujo el marido al presentar su solicitud de nulidad, dando rienda suelta a quejas más que comunes a la mayoría de los maridos de todo el mundo. El tribunal eclesiástico accedió al pedido y decretó la nulidad por "repentino y sustancial cambio de carácter" o "engaño".

Un caso parecido fue el de una pareja que contrajo nupcias siendo ella una licenciada universitaria con trabajo, mientras él estaba desempleado, metido de lleno en el último año de sus estudios superiores. Ella sugirió que era mejor postergar la boda hasta que él consiguiera título y empleo. Pero el novio, muerto de miedo de perderla, la convenció de que terminaría la carrera en un mes, por lo que se casaron. El marido, luego, dejó la universidad, fingió haberse recibido -hasta dio una fiesta para celebrarlo- y le hizo creer que había obtenido un trabajo, gastándose los ahorros para que su mujer creyera que ganaba un sueldo. Cuando la esposa se desayunó con la verdad, sintiéndose engañada, acudió al tribunal eclesiástico y obtuvo la nulidad.
Lo mismo ocurrió con una mujer que ya no aguantaba los celos obsesivos de su marido, que le hacía escenas terribles cuando ella tenía un botón de la camisa desabrochado o la pollera demasiado corta. "Su obsesión me está destruyendo", lamentó la esposa. Tras peritajes psicológicos, los jueces declararon a su marido "esquizoide" y advirtieron que el lazo matrimonial nunca había existido debido al "disturbio psíquico" del marido.

En otro caso, una pareja de obreros de la región del Veneto se casó porque el abuelo de la esposa, muy religioso, sufría porque ellos convivían, y entonces les había prometido: "Si se casan por iglesia, les regalo un mes de vacaciones en Estados Unidos". Tras la fantástica luna de miel, y, más tarde, el naufragio del matrimonio, ellos obtuvieron la nulidad por inmadurez, uno de los principales motivos de anulación por parte de los tribunales eclesiásticos.
Por Elisabetta Piqué Corresponsal en Italia

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