21.2.06

Vacunas contra la tristeza

Que difícil es ver mal a la gente que uno quiere, ojalá uno pudiera hacer algo en ese momento para extirparle la tristeza, hacerla un bollo y tirarla lejos, pero apuntando bien como para que no le caiga a otro. Lo más triste de la tristeza es que si uno no anda con un chaleco protector y un casco apruebade seguro se contagia y se enferma un poco. Porque la bastarda es virósica, se esparce rapidísimo y ahí nomás uno empieza a sentir los síntomas. Se los cuento por las dudas los estén sintiendo y no supieran. Probablemente se manifieste de muchas formas pero en líneas generales empieza por la pérdida automática de la sonrisa, el fruncimiento del ceño y el brote inminente de alguna lágrima (en el caso de que uno se lo permita). Seguro algún suspiro puede escaparse acompañado de una creciente presión en el pecho. La tristeza extrema es tumbadora, te quita las ganas de hacer cosas y te deja por ahí como un trapo. Lo importante en estos casos es acudir a un especialista para que te cure. Un buen amigo casi siempre es el que más sabe de esto y si justo ese día anda con el chaleco y el casco, hasta puede salir ileso de la situación. Porque, como sabiamente me dijeron el otro día, para eso existen los amigos... para que uno sea feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La tristeza, ese estado tan especial, a veces inevitable; en el cual uno se sumerge generalmente sin desearlo siquiera, pero que forma parte (mal nos pese)de la naturaleza humana, no es un sentir vano, sino una forma mas de expresarnos.Hay que demostrarla sin temor, ni remordimientos, ya que seguramente, ese momento que vivimos y que nos lleva a exteriorizarla, seguramente nos llevara a un analisis y finalmente sortearemos la situacion, para seguir adelante, sin reparar siquiera en lo que paso.
De todos modos siempre, pero siempre, la tristeza es triste, asi que si en algun momento alguno de ustedes pasa por este tipo de experiencias, si alguien los cuestiona, solo resta decir: Perdón, perdón por la tristeza.