18.5.06

Pisando suelo Marroquí


Casablanca, Miercoles 17 de mayo de 2006

La primera sensación fue de estar en algún país latinoamericano; el aeropuerto parecía pariente cercano del de Jujuy, una construcción como de los años cincuenta, sobria, clásica y de afuera sin ninguna reminiscencia árabe. Adentro uno ya se siente mucho mas dentro del yugo musulmán, típicos tallados en madera, cerámica, megafotos del rey Mohamed VI. Valija en mano, salimos al encuentro de nuestros anfitriones. Entre la multitud de marroquíes abarrotados en la puerta con cartelitos que mostraban la diversidad de nacionalidades que llegan al país, descubrimos que ninguno decía Rotary, ni IGE, ni EGE, ni Lolo, ni nada que se le pareciese y que nos implicara. Así que no quedó otra que esperar. Lo bueno de tener que hacerlo es que uno se sienta, se relaja y entra en una fase contemplativa en la que es posible descubrir la gente, esas pequeñas sutilezas que los hacen únicos, interesantes y muy pintorescos para el ojo occidental. Bereberes que van, árabes que vuelven, mujeres con velo, mujeres sin, europeos apurados, negros (muchos mas de lo que yo me imaginaba que podría haber), lágrimas, recibimientos, 4 besos para cada uno... y Maxi que iba de un lado a otro intentando conseguir una respuesta para estos cinco pobres argentinos varados en el aeropuerto de Casablanca.

Tras 4 horas de espera, apareció un señor flameando una banderita de Rotary, quien, tras habernos ofrecido todas las disculpas pertinentes de los malos entendidos y con la sorpresa de ver nuestro abultado equipaje, nos amontonó en su flamante VW Bora. En el trayecto a la ciudad, nos enteramos que ellos habian ido a buscarnos el día anterior con rosas, banderas, hurras de Argentina! Argentina! y muchas expectativas... una pena.

En el hotel, 4 estrellas, refinado y agradable, nos bajamos, descansamos un ratito, nos uniformamos y partimos hacia nuestra primera reunión rotaria en el Hyatt Hotel. Gente súper atenta, interesada en nosotros, nos dio la oportunidad de generar un interesante intercambio de ideas y experiencias. Más interesante todavía fue la continuación de la noche que comenzó por una caminata por la costa y terminó en una casa de Mariños con olor a puerto y unos bichos y pescados para chuparse los dedos. Comimos con la mano al estilo marroquí de los diversos platos comunes que nos trajeron, con un buen vinito blanco, chistes en francés, té a la menta y toda la amabilidad de nuestros anfitriones Houssini (dentista) y Abdelrafi (cirujano cardiovascular).

Ayer martes, nos levantamos como a las 10, con un sueño atroz y con la sensación de haber dormido muuuuy poco; no quedó otra más que echarle la culpa al "decalage horaire". Partimos hacia nuestra segunda visita a un club rotario, también en hotel 5 estrellas, para almorzar entre formalidades, presentaciones, raccontos y fotos oficiales. Les contamos sobre Argentina, les hicimos probar el mate (a ninguno le gustó), intercambiamos banderines y nos fuimos a conocer el resto del hotel que por supuesto era una mononada. La tarde transcurrió en el descubrimiento del comercio marroquí. Primero, la vieja medina, en donde se encuentra uno de sus típicos mercados. Recorrimos callecitas, negocios repletos de encantadores objetos, degustamos una cantidad enorme de variedades de aceitunas, miel, manteca para cous-cous, agua a rosas; vimos montañas de especias, alfombras, babuches (zapatos puntudos típicos) y sobre todo la dinámica de la vida cotidiana. Gente ocupada en sus tareas, gente que nos hablaba, gente que nos miraba... gente.

Terminado el paseo nos encaminamos hacia el mercado Corea a activar nuestro celular. Creo que no hace falta aclarar cual era el rubro del mercado. Llegar a ese lugar me hizo sentir en el corazón de Bolivia; toldos de colores, pasillos sin fin, electrónica, ropa, comida... encabezados por Houssini atravesamos la feria, doblamos, seguimos derecho, esquivamos personajes dudosos y nos encontramos con el clásico activador, vendedor, comprador de celulares de origen no fiscal. Resultó ser que los dos celulares que teníamos disponibles fue imposible activar, por lo cual nos vimos en la obligación de comprar uno nuevo a precio súper especial para argentinos. Una vez conectados con el mundo, volvimos a la vieja medina a comer la famosa "viande achee" al aire libre en un puestito del mercado. Como bien sabemos los viajeros de bajo presupuesto, donde mejor se come es en el mercado, joder! La "viande achee" viene a ser una carne molida asada especiada que te que la sirven con más especias para poner a piacere. Lo interesante de nuestra cena fue que la misma fue comprada en la carnicería y para ser asada luego en el puesto de al lado. Manteles de hule, té a la menta, movimiento de gente... porque Casablanca vive de noche, comimos bien, entre cabezas de camellos y cortes de carne que nos rodeaban. La noche terminó con un recorrido motorizado por la Casablanca adinerada, moderna y típica de cualquier gran ciudad. Resulta interesante ver el gran contraste que hay entre ambos sectores de la ciudad, con diferencias económicas más que evidentes, factor que suma al Maghrib a la larga lista de países tercermundistas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Franchaiment, vous avez de la chance! ici il n´y a pas de cous-cous, ni de la viande achée ni rien de rien... Et en plus tu as vu un dromedaire, donc tout ce que Matt disait, c´etait que des conneries. Moi, j´essaye d´imaginer les épices, la medina, les carpets et tou ça et je peut plus que vous dire: Allez! Profittez-en et raconte-moi á la rentrée!
Embrasse Gas de ma part
Un gros bissous pour toi